la escuela del 2018

Cuando comencé en Educación hace casi treinta años imaginaba que la Educación del 2010 iba a ser muy diferente de la de los años 80. En estos años se iniciaron importantes procesos, cambios y reformas en los que participé activamente. (“programas de integración de ACNEE”, hasta entonces excluidos del sistema educativo, o, en el mejor de los casos, segregados en centros de Educación Especial; “Plan experimental de Educación Infantil”, etapa, 0 – 6 años, educativa y no asistencial)… Un montón de oportunidades para mejorar. Sustentaban estos movimientos iniciales de grupos innovadores, entre otros, los principios de la Escuela Nueva y las pedagogías inspiradas por los mismos autores que lo siguen haciendo hoy en día. 

¿Qué ocurrió entonces con todo aquello? Al institucionalizarse se convirtieron en “pura burocracia” (proyectos educativos de centro, adaptaciones curriculares, libros de texto…) Sin embargo, son las bases de una escuela del 2018 que debería reflexionar críticamente sobre las metodologías concretas llevadas a cabo en las aulas. Me decepciona enormemente que se sigan dando clases magistrales y lecciones (propias del s. XIX) y se empiecen a llenar los centros de ordenadores y conexiones a internet. La web 2.0 es una potente herramienta de cambio si se desea actuar didácticamente de modo diferente. Además de una gran cantidad de buenas prácticas que ya se están desarrollando, la escuela del siglo XXI debería abrirse a las oportunidades  que nos brindan:

- Descubrimientos científicos psicológicos y pedagógicos de las últimas décadas (inteligencia emocional, neuronas espejo, construccionismo social…)
- La mirada puesta en el desarrollo de competencias
- Las TIC y sobre todo la web 2.0
Ya nos lo decía el siempre vigente Loris Malaguzzi: “el niño es cien y la escuela y la cultura le roban 99”.  Y yo digo: también nosotros, los profesores, somos cien luchemos por ello.